Yo le llamo Dios
La extraordinaria, misteriosa y maravillosa energía que crea y mantiene la vida es totalmente libre e independiente. Su presencia marca el flujo de la vida, su ausencia el reflujo.
Le puedes llamar como quieras, podemos inventarnos un nombre si quieres o no ponerle ningún, para no caer en discusiones de conceptos religiosos o filosóficos y no perder el asombro.
Cuando esa Energía está en ti, eres tu, si no está en ti, ya no eres tu, eres solo un cuerpo regresando a la tierra, una huella efímera que en su paso por la vida se llamó como tu te llamas.
Esa Energía misteriosa, hace palpitar tu corazón y mueve cada uno de tus órganos, hace circular la sangre y la llena de oxigeno. Se asoma por tus ojos y ve, toca con tus manos y siente, se hace flor y perfuma el aire, vuela con el ave y se hace calor en el sol, agua en el mar y lluvia en el campo.
Juega en ti y en mi, en tu sonrisa y en la mía, en la noche se hace luna y vigila tus sueños.
Es amor y se hace amor para disfrutarse a si mismo al verse en su propio espejo.
Esa extraordinaria Energía, misteriosa y maravillosa no tiene nombre o tiene el que tu quieras que tenga, pero cuando está en ti, se llama como tu, vive en ti como tu, y eres TU… cuando dejas de ser tu.
Cuando cierro mis ojos, en la meditación profunda, siento jugar esa Energía Sagrada dentro de mi… y brota en mi alma una sonrisa.
Yo le llamo Dios.