Te veo ahora mamá
Hoy no vengo a reclamarte.
Hoy no vengo a preguntarte por qué faltaron abrazos,
ni por qué tus ojos a veces no supieron mirarme como yo deseaba.
Hoy vengo a verte de verdad.
Te veo, mamá.
Veo a la niña que fuiste, cargando dolores demasiado grandes para tus pequeños hombros.
Veo a la mujer que la vida golpeó antes de enseñarle a defenderse.
Veo tus cicatrices invisibles, esas que sangraban en silencio mientras sonreías o callabas.
Te veo, y me duele.
Me duele tu vida de luchas, tu alma bondadosa arrastrada por injusticias que no merecías.
Me duele saber que el mundo no fue justo contigo,
que tus manos, hechas para acariciar, pasaron más tiempo resistiendo que abrazando.
Hoy no me duele lo que no recibí de ti.
Me duele lo que tú no pudiste recibir de la vida.
Me duele lo que la pobreza, la soledad, la tristeza te robaron.
Hoy no quiero cambiar nada de lo vivido.
Solo quiero abrazarte en el lugar donde ya no existe el dolor,
donde tu alma es libre,
donde tus heridas ya han cerrado.
Te veo ahora, mamá.
Te veo completa, luminosa, liberada del peso de este mundo.
Y desde este amor que ya no pide,
te entrego mi abrazo más limpio.
Gracias por tu existencia.
Gracias por la vida que me diste.
Gracias, incluso, por las ausencias,
porque me enseñaron a encontrar dentro de mí todo lo que alguna vez busqué afuera.
Descansa, mamá.
Brilla en la luz que siempre mereciste.
Te veo.
Te honro.
Te abrazo con toda mi alma.
Créditos al autor