ROMPIENDO EL MIEDO Y ABRAZANDO LA LUZ
Siempre había vivido con un temor sordo, una especie de vacío en mi pecho que me impedía aceptar quién realmente era.
Caminaba por la vida como si estuviera en una niebla, con miedo de alcanzar mi verdadero potencial.
Un día, después de otro fracaso autoimpuesto, me encontré vagando sin rumbo hasta un parque cercano.
Me senté en un banco, observando cómo el atardecer teñía el cielo de colores cálidos, y una brisa suave acariciaba mi rostro.
En ese momento de tranquilidad, una serie de preguntas comenzaron a surgir desde lo más profundo de mi ser.
«¿Qué pasaría si realmente aceptara mi poder?»
Cerré los ojos y dejé que mi mente vagara.
Me imaginé en un escenario, compartiendo mis ideas con una audiencia cautivada.
Sentí la energía vibrante de la confianza y el reconocimiento, una sensación de estar exactamente donde debía estar.
«¿Qué es lo que realmente temo de ser exitoso?»
Me di cuenta de que temía las expectativas, el juicio, y la posibilidad de fallar de nuevo.
Recordé una época en la que me sentí completamente seguro, jugando al aire libre, sin preocupaciones ni miedos. Tomé ese recuerdo y lo guardé en mi corazón, prometiéndome que podía volver a sentir esa seguridad.
«¿Qué responsabilidad conlleva mi talento?»
Vi cómo mi talento podía influir en las personas, en mi comunidad, y me di cuenta de que esta responsabilidad no era una carga, sino una oportunidad de crear algo hermoso y significativo.
Imaginé cómo podía utilizar mi creatividad para inspirar y guiar a otros.
«¿Qué pequeño paso puedo dar hoy hacia mi verdadero potencial?»
Pensé en todas las tareas monumentales que me habían abrumado antes, y decidí enfocarme en un pequeño gesto, algo tan sencillo como dedicar una hora cada día a mi pasión.
Imaginé esa hora como un espacio sagrado, un paso firme hacia mi futuro.
Mientras volvía a casa, me sentí ligero, como si un peso enorme hubiera sido levantado de mis hombros.
Había dado el primer paso hacia la aceptación de mi verdadero poder y responsabilidad.
Sabía que el camino no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, me sentí preparado para enfrentarlo.
Fernando de Cabo
