Queridos Reyes Magos:
Quiero pedirles un puñado de estrellas para alumbrar los días oscuros, y un reloj que solo cuente momentos felices, para que el tiempo nunca pese en los hombros de quienes amo.
Traeme también un soplo de viento sereno, ese que despeja las tormentas del alma y lleva consigo las risas que olvidamos en algún rincón del ayer.
Si pueden, enreden en sus capas un abrazo eterno de los que calientan hasta el invierno más frío, y una canción que suene al latido del corazón cuando la vida nos susurra que aún hay esperanza.
Les pido un puñado de semillas de sueños que florezcan en los surcos de cada esfuerzo, y una lluvia de ilusiones que haga brotar sonrisas en los rostros de los cansados.
Por último, dejenme bajo el árbol un espejito mágico,
que refleje lo bello que somos incluso en nuestros días más grises, y un puñado de palabras bonitas, de esas que nos recuerdan que siempre podemos empezar de nuevo.
No les pido oro, incienso ni mirra, solo un trocito de cielo para compartir, y que cada esquina del mundo se llene de amor, porque es el mejor regalo.
Gracias, queridos Magos, por ser luz en la madrugada.
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