Querido hijo.
El día que me veas mayor y que ya no sea el que era, ten paciencia y procura entenderme.
Cuando no pueda comer por mí mismo y me ensucie; cuando no pueda vestirme bien, ten paciencia.
Recuerda las horas que pasé enseñándote a comer y vestirte.
Si cuando hable contigo, te repito las mismas cosas vez tras vez, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño, a la hora de dormir te tuve que explicar vez tras vez los mismos cuentos hasta que te quedabas dormido.
No me avergüences ni me riñas, cuando no quiera ducharme.
Acuérdate de las veces que tuve que perseguirte y las historias que tenía que inventar para que quisieras bañarte.
Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, no te burles, dame tiempo y ayúdame a entender.
¿Recuerdas cuando empezaste a ir a la escuela?
Te enseñé a hacer tantas cosas.
Te ayudé a entender tantas cosas.
Y sobre todo a saber como afrontar la vida.
Muchas de las cosas que has aprendido en tu vida, son resultado del esfuerzo y la perseverancia de los dos.
Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación, dame el tiempo necesario para recordar.
Y si no puedo hacerlo, no te pongas nervioso, seguro que lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Si alguna vez no quiero comer, no me obligues.
Conozco bien cuando lo necesito y cuando no.
Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, tiéndeme tu mano, de la misma manera que yo lo hice cuando tu dabas tus primeros pasos.
Y si algún día te digo que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades.
Algún día entenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.
Intenta entender que a esa edad, ya no se está tan aferrado a la vida y el pensamiento y la voluntad están más cerca del cielo.
Algún día descubrirás que pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ti y que intenté preparar el camino que tú debías recorrer.
No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esa manera.
Sólo debes estar a mi lado, intentar comprenderme y ayudarme como yo lo hice por ti.
En ese momento, te tocará a ti acompañarme en mi duro caminar.
Ayúdame al final de mi camino, con tu amor y paciencia.
Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido.
Tu padre