Oraciones para la salud

ORACIÓN PARA SANACIÓN INTERIOR

octubre 10, 2015

ORACIÓN PARA SANACIÓN INTERIOR
(Busca un lugar donde puedas estar en silencio, donde nadie te interrumpa.
Ponte cómodo.

Ve al Señor en actitud de humildad y confianza).

(Entra en la oración de la manera que te sientas movido a hacerlo.

Ya que la curación es un proceso progresivo, esa oración no solucionará todos tus problemas.

Nunca podremos llegar a decir que ya acabaron los problemas, que todos los recuerdos han sido curados, pero podemos quitar del camino toda barrera que nos impida estar sanos y saludables.

La curación interior se habrá llevado a cabo cuando un suceso del pasado no tenga ya poder para herirnos – cuando lo podamos recordar sin tristeza, vergüenza o sentimiento de culpa.

Entre en presencia de Dios).

Señor, Tú puedes volver atrás conmigo y caminar conmigo a través de mi vida desde el momento que fuera concebido.

Ayúdame, Señor, aun entonces: límpiame y líbrame de todo lo que pudo causarme dificultades en el momento de mi concepción. Tú estabas presente en el momento que fui formado en el vientre de mi madre.

Líbrame y sáname de cualquier ataduras en mi espíritu que hayan podido llegarme por mi madre o las circunstancias de la vida de mis padres aún cuando tomaba forma.

Por esto, te doy gracias.

También te alabo, Jesús, porque además me estás sanando del trauma de nacer. (Muchas de nuestras madres tuvieron partos largos y dolorosos cuando nacimos, y esto tiene un efecto en la criatura).

Te pido, Señor, que me cures del dolor de nacer y de todo lo que sufrí al nacer.

Te doy gracias, Señor, porque Tú estabas allí para recibirme en tus brazos cuando nací.

Conságrame en ese mismo momento al servicio de Dios. Gracias, Jesús, porque esto se ha hecho.

Señor Jesús, te alabo porque en esos primeros meses de mi infancia tú estabas conmigo cuando te necesité. (Hay muchas personas que necesitaban más amor del que recibieron de su madre, porque fueron separados por circunstancias que no pudieron evitarse.

No recibieron el amor que les hubiera ayudado a sentir fuerza y estabilidad).

Hubo veces que necesité que mi madre me acunara en su pecho y me meciera y me contara cuentos infantiles como solamente sabe hacerlo una madre.

Señor, hazlo Tú en lo más profundo de mi ser.

Envíame a tu madre, María, para que me estreche en su regazo, me dé calor y me haga todo lo que una madre hace para brindarle a su hijo ternura y seguridad.

Déjame sentir su amor maternal tan conmovedor, confortante y profundo que nada ya pueda separarme de ese amor otra vez. Te doy gracias y te alabo. Señor, porque sé que ahora mismo estoy cobijado en los brazos de tu madre y en los tuyos.

 

(También hay personas que necesitaron más del amor paternal en sus vidas).

Por cualquier razón que me haya sentido descuidado, rechazado, Señor, llena esa parte de mi ser con un profundo amor paternal que sólo viene de un padre.

Aunque yo no esté consciente de haber necesitado unos brazos fuertes y un «papito» que me amara y me diera seguridad y apoyo, dámelo Tú ahora.

Gracias, Señor, porque esto también lo estás haciendo.

 

(Según crecíamos, algunos de nosotros pertenecíamos a familias donde no había mucho tiempo para nosotros como individuos). He llegado a entender y a aceptarlo, pero una parte de mi ser en realidad nunca se sintió completa, nunca se sintió verdaderamente querida. Te pido hoy una curación de ese sentimiento. Señor, hazme saber que soy tu hijo, una persona importante en tu familia, un ser único que amas de una manera muy especial.

 

Cúrame, Señor, las heridas causadas por las relaciones con mi familia, el hermano o hermana que no me entendía del todo o que no me demostraba amor y bondad debidamente.

Una parte mía nunca se sintió amada por eso. Déjame ahora alcanzar en perdón a ese hermano o hermana.

Quizás a través de los años, nunca he podido aceptarlos porque nunca me sentí verdaderamente aceptado por ellos. Dame un gran amor por ellos.

Así que la próxima vez que los vea haya tanto amor que todo lo viejo habrá pasado.

Me habrás renovado. Te doy gracias por eso, Señor.

 

(Según crecíamos, el primer trauma real en nuestra vida pudo haber sido cuando fuimos a la escuela por primera vez. Esa fue la primera vez que nos ausentábamos del hogar y todo lo que ello representaba.

Para algunos de nosotros que éramos muy sensibles, que éramos tímidos, inseguros, esto fue difícil; – quedarnos con aquella maestra extraña, con compañeros extraños, en un lugar extraño).

 

Señor, de veras nunca me recuperaré de esa experiencia, porque había cosas que esperaban de mí y cosas que me herían mucho. Hubo maestras intratables y niños que no me mostraban amor o comprensión.

 

Te pido, Señor, que me sanes de todos esos años que pasé en la sala de clase, que me quites todo el dolor y sufrimiento que recibí en ese tiempo. Me retraje en ese entonces, Señor, y empecé a sentir miedo de hablar en grupos porque me habían ridiculizado, castigado, criticado en la escuela.

Dejé de hablar porque era demasiado doloroso. Señor, te pido que abras la puerta de mi corazón.

Déjame relacionarme en grupos de una manera más abierta y libre de lo que he podido hasta ahora.

Según se lleva a cabo esta curación, tendré la confianza y el valor de hacer lo que me pidas en toda situación.

Gracias, Señor, porque creo que estás sanándome ya.

 

Señor, cuando entré en la adolescencia, empecé a experimentar cosas que me asustaron, me avergonzaron y me causaron dolor. Nunca he podido sobreponerme del todo a algunas experiencias que tuve cuando me estaba conociendo a mí mismo, lo que significa ser persona.

Te pido, Señor Jesús, que sanes todas las experiencias que tuve como adolescente; las cosas que hice y que me hicieron y de las que nunca he sanado.

Entra en mi corazón y quita todas las experiencias que me causaron sufrimiento o vergüenza.

No te pido, Jesús, que borres esto de mi mente sino que lo transformes de manera que pueda recordarlo sin vergüenza, con acción de gracias.

 

Hazme comprender por lo que hoy están pasando los jóvenes, porque yo mismo también he pasado por ello: esa época de búsqueda y conflicto. Según me voy sanando, déjame ayudar a otros a encontrar la curación.

3

Señor, al salir de este período de mi vida, y al empezar a crecer en la vocación a que me llamabas, tuve dificultades. (Algunos fuimos llamados a ser esposos y esposas, algunos fuimos llamados al celibato, otros escogieron la soltería o ahora son viudos o divorciados.

Ha habido dolor, ha habido sufrimientos; no hay carrera alguna en la tierra que no conlleve dificultades de ajuste, problemas que necesitaban curarse en la vida privada).

Te pido, Jesús, que me cures en el estado de vida que me encuentro hoy, y todo lo que eso ha significado para el mundo que me rodea.

 

(Esposos y esposas tienen cosas del pasado que se interponen en sus relaciones, heridas y sufrimientos que solamente pueden existir entre quienes tratan de vivir juntos y conocerse en una situación muy íntima). Señor, sáname de estas cosas. Haz que mi matrimonio empiece a ser de nuevo lo que Dios quiere que sea.

Toma en tus manos todas las heridas y sufrimientos del pasado, para que desde ahora en adelante este matrimonio sea limpio y de nuevo tan libre y tan sano como sea posible.

 

Gracias, Padre, que mediante esta curación podemos llegar a ser la clase de marido y mujer que Tú pides que seamos.

 

(Los sacerdotes, religiosas y religiosos han tenido heridas que los han alejado de Jesús en vez de acercarlos a Él). Señor, ayúdame a sentir tal calor y fortaleza de amor en mí que nunca jamás dude yo, si el camino que sigo es al que me has llamado. Dame valor y confianza en la obra que me has llamado a hacer.

Llévame adelante con propósito y metas nuevas. Gracias, Padre, porque sé que estás haciéndolo.

 

(La gente soltera que se han sentido llamados a esa vida, siguen los pasos de Jesús con un dolor y sufrimiento que sólo Dios conoce). Me he sentido solo y en ocasiones, abandonado y totalmente rechazado por el resto de la humanidad. Señor Jesús, lléname hoy de un nuevo sentido de fortaleza y propósito. Hazme comprender lo que has puesto en mi corazón.

Déjame ser un testimonio vivo de Jesucristo. Te doy gracias, Padre, porque sé que estás haciendo esto.

 

Según siento la unción de tu amor, te glorifico, Señor, porque sé que está hecho. Señor, no hay poder en el cielo y la tierra que pueda impedirlo. Te alabo, Señor, porque sé que mientras más te entrego, dándote gracias y alabándote por ello, más me das la fortaleza de tu presencia, el poder de tu espíritu, el amor de tu Divino Hijo. Te alabo, Jesús, por esta curación y te glorifico. Gracias. Amén.

 

(Ahora permanece en silencio unos diez minutos. Deja que el Espíritu de Dios complete la obra de curación en ti. Vacía tu corazón de todo lo que no es de Dios. Deja que Dios vuelva a llenarlo con su Amor).

Si quieres compartir esta reflexión:

You Might Also Like

error: El Tren de la Vida