El DIA QUE YO MUERA
El día que yo muera amados míos lloren hasta el cansancio, doblense de dolor, permitan que el sufrimiento haga de ustedes su casa, permitan que el dolor los invada, griten, lloren, bailen, canten, abracen su duelo, abracen mi memoria, hartense de sentir, tómense el tiempo necesario.
No permitan que nadie les diga que no lloren por mí, ustedes lloren y no se preocupen si no me dejan descansar en paz con sus lágrimas, hagan lo que tengan que hacer pero saquen fuera de ustedes la pena que los embargue, saquen fuera el dolor que los carcoma.
Y cuándo se hayan cansado de llorar, cuando ya no les quedé más llanto, entonces vuelvan a vivir, por qué eso me hará eternamente feliz.
Vivan con cada poro de piel, respiren el aire fresco, disfruten los atardeceres, huelan el perfume de las rosas, escuchen con beneplácito el trinar del ruiseñor, los grillos de la tarde, el cloar de las ranas en las noches de lluvia, disfruten el preticor de las lluvias de verano y sonrían, que yo estaré viendo como se ilumina su rostro con su risa.
No tengan miedo de volver a vivir, que cuándo los vea felices bailando y cantando de alegría entonces sabré que cumplí mi misión en está vida y ustedes deben saber que la mejor manera que tendrán para honrar mi memoria será viviendo, pero viviendo de verdad, enfrentando sus miedos y andando siempre a la espera de la sorpresas del mañana y vivan, vivan por mí.
Autor: Lic. Margarita López Dosal
