ℂ𝕦𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕡𝕒𝕡𝕒́ 𝕒𝕡𝕣𝕖𝕟𝕕𝕚𝕠́ 𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕚𝕣.
El día que nací papá también se «parió» por mí.
Yo no lo sabía, pero papá también estaba naciendo conmigo.
Papá estaba ahí observando todo, preguntando si todo iba bien.
Estaba escuchando su voz diciéndole a mamá: «Dale mi amor!
Vos podés!
Sos una campeona!»
Escuche cómo cantaba y bailaba con ella.
Escuchaba cómo me esperaba a mí.
Durante el embarazo escuché su voz varias veces.
Ese día le escuché más que nunca.
Papá aprendió a parir-se por mí.
Respiraba fuerte, se quedaba en silencio, después volvía a levantarse, hacía fuerza con mamá.
Estaba naciendo como yo, pero de otra forma.
No parió de forma física, pero sí con toda la fuerza que podía, con su mente y su corazón.
Él no lo sabía, pero su apoyo era tan importante como la fuerza de mamá.
Mamá no estaba sola, mientras era la única viviendo las fuerzas de las olas que me traían a mi puerto seguro: a sus brazos. Papá estaba allí transformándose por unas horas en el faro para amarme toda la vida.
Lic. Patricia Naveira