Al dar amor a nuestros familiares, nos convertimos en expresiones del amor de Dios.
Hoy, expresemos nuestro amor a nuestros padres y a quienes han sido una figura paterna en nuestras vidas.
Bien sea que él esté con nosotros en persona o en espíritu, damos voz a nuestros sentimientos de amor y aprecio.
Recordamos sus lecciones y ejemplos.Oramos por él, porque la oración no está limitada por el tiempo ni el espacio; la oración es parte del bien eterno.
Si por alguna razón nos hemos distanciado de nuestro padre, dejamos que el amor perdonador de Dios
sane lo que ha impedido que nos comprendamos y nos amemos.Permitimos que el amor de Dios se exprese.
Señor, te agradezco por el padre que me diste y que tanto admiro.Haz que siempre lo ame más y que se sienta amado.
Auméntales las alegrías y no permitas que yo, para el, me convierta en un peso.
Ayúdame a aliviar sus horas de cansancio y preocupaciones, para que pueda servirles de «Cirineo».
No dejes, Señor, que los desengaños le hagan decaer o que el desánimo le domine.
Ayúdale a enfrentar, con renovado coraje, sus responsabilidades y a actuar frente a ellas de la mejor manera posible.
Que el sea firme y severo cuando sea necesario, sin dejar de ser bueno.
Que no se pierda en la impaciencia, sino que sepa perdonar mis flaquezas.
Que yo no repare en sus defectos, Señor, sino en sus cualidades y que sepa no sólo admirar sus buenos ejemplos,
sino también imitarlos, especialmente cuando a mi vez tenga mis propios hijos.
Consérvalo, Señor, en tu amor y que nuestra familia, viviendo ahora unida bajo tus cuidados y bendiciones,
pueda también vivir unida en el cielo, para cantar tu nombre,
¡Oh Padre de los padres!.