TU NUERA NO ES TU HIJA.
Y eso no es algo malo… es simplemente una realidad que muchas suegras se niegan a aceptar.
No tiene por qué obedecerte.
No está aquí para seguir tus reglas ni para hacer las cosas como tú las harías.
Es maravilloso cuando una suegra logra amar a su nuera como a una hija, pero eso no te da derecho a usar ese “como si fueras mi hija” solo cuando te conviene para que te obedezca o cumpla tus órdenes.
Nuestro papel como suegras es simple: observar y callar… y si nos piden opinión, preguntar primero:
”¿Y tú qué piensas?”
Porque lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos y nueras es conducirlos a tomar sus propias decisiones.
Si piden ayuda, la damos como ellos la necesitan, no como creemos que “debería ser”.
Tu nuera es una mujer capaz.
Puede criar, formar una familia, amar a tu hijo y ser el complemento perfecto para él.
Dale libertad para ser ella misma y confía en que su potencial puede traer cosas maravillosas a tu familia.
Anímala, agradécele, hazle saber lo feliz que te hace que sea parte de tu vida.
Y sobre todo: nunca la juzgues ni critiques… y menos aún, no alientes a tu hijo a hacerlo.
Recuerda que ella también está aprendiendo, igual que tú lo hiciste en tu momento.
Si te pide consejo, dáselo… pero luego déjala hacer las cosas a su manera.
Porque ella es, o será, la madre de tus nietos.
Y por favor, no crees conflictos innecesarios.
No tomes partido por tu hijo solo porque ella te cae mal.
Entiende que, si tu hijo la ama, seguirá con ella… y tu interferencia solo lastimará a todos.
Respétala.
Respétala como mujer, como esposa, como madre, como hija de Dios… y sobre todo, como la mujer que tu hijo eligió amar.
No seas la piedra en el zapato del futuro de tu hijo.