Cuando sientas a tú madre débil o perdida..
A tus mujeres de hoy sin rumbo..
Cuando te sientas tú débil y no tengas en tu clan ni en tu entorno de donde tomar..
Llama a tus abuelas..
A tus ancestras mujeres..
Ahí está nuestra fortaleza..
Invita a tus abuelas,
a todas las mujeres
que te precedieron.
Nómbralas en voz alta si puedes; no te preocupes si no sabes sus nombres; simplemente di: «Invito a mis abuelas y ancestras, desde hace siete generaciones hasta el presente, a que me acompañen ahora».
Estarán ahí.
Agradéceles que hayan venido.
Es así de sencillo.
Su sangre sigue corrriendo
por tus venas, por tu corazón y tu útero.
Si les pides que vengan, vendrán, dispuestas a ayudarte a sanar y a ser una mujer libre y dichosa.
El primer paso hacia la dicha y salud en tu vida actual podría ser que derrames las lágrimas que tus abuelas no pudieron derramar.
Sentir y liberar la aflicción de las vidas insatisfactorias de nuestras antepasadas maternas nos quita de los hombros el peso de nuestro legado materno.
Cuando ya no tenemos que llevar ese peso, somos libres para recordar y desarrollar los muchos dones y talentos que también hemos heredado de ellas.
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