ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA.
La oración al Ángel de la Guarda es mejor manera de abrir las puertas de tu espíritu para recibir el llamado que Dios tiene para ti en cada paso que des.
Así estarás seguro de que al final del camino solo hallarás bienestar.
Recuerda que la palabra promete para cada ser humano un ángel de la guarda que proteja su andar y lo conduzca hasta el lugar que la divinidad ha preparado para él.
Pero si no invocas la presencia de tu guía, seguro que se te hará más difícil entender hacia dónde debes ir o qué hacer.
Además, la oración del día al Ángel de la Guarda también te mantendrá alejado de las energías negativas y las entidades oscuras.
Él creará alrededor de ti una especie de escudo que te abrigará durante las actividades que realices durante el día.
Te recomendamos que no limites tus oraciones al Ángel de la Guarda al inicio del día o si estás expuesto a una situación de peligro.
Aunque en estos momentos tu fe procura una respuesta más rápida, debes fortalecer la conexión con el protector que dejó la divinidad para ti.
Reza durante varias veces y cada vez que tengas la oportunidad.
Habla con tu ángel de la guarda e incluso dedícale oraciones propias que nazcan desde tu profunda fe de su presencia y custodia.
ORACIÓN.
Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname.
Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible, sé que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuenta todos mis pasos.
Durante todo el día, me defiendes del demonio, tendiendo sobre mi pecho tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.
Guíame con tu presencia y sé que sabré llegar.
Testigo de lo invisible gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.
A ti debo cada acierto y enseñanza, a Dios debo mi vida.
En presencia de ti mi ángel de la guarda, declaro y soy testigo de que siempre sube al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Amén.