NO INTENTES LLEVAR LAS CARGAS DE NADIE
Ayuda pero no intervengas más allá.
La vida pone a cada quien sus obstáculos, trabas y cargas para hacerlos aprender y crecer y son esas cargas precisamente las que necesita para avanzar…
No intentes salvar a los demás…
No quieras abrir sus consciencias si no están dispuestos a escuchar. Las semillas eclosionan luego de haber estado mucho tiempo en la oscuridad y no debemos obligarlas a germinar.
No intentes sanar a nadie que no quiera ser sanado. La sanación depende en alto grado del enfermo y si no acepta su situación, también estará cerrado a la sanación. A veces debemos dejar que las personas toquen fondo y busquen su remedio en vez de nosotros ofrecerlo…
No sientas el afán de iluminar, no te dejes engañar por el señor de las mil caras. Insistir en el despertar de los demás es una muestra de que tú no estás despierto. Los despiertos no insisten, no apabullan, no persiguen, no sienten ánimos de convencer o de conquistar. Los despiertos sólo hacen lo que deben hacer según su consciencia y eso inspira y da ejemplo a los demás y es allí cuando ocurre el despertar.
No te enfrasques en discusiones para imponer tu verdad. Quien tiene certeza de lo que siente y de lo que ha experimentado, no necesita que otros le crean y que apostillen lo que dice.
Quienes discuten sólo reafirman su inseguridad, quienes callan y guardan silencio, es porque están seguros y nada los puede perturbar ni inmutar…
No califiques a nadie por su apariencia. No todo el que está con los ojos cerrados, duerme, ni todo el que tiene los ojos abiertos, está despierto. No todo el ascético es un monje, ni todo el que está tatuado es un libertino. Existen niveles de consciencia y a veces las conciencias más despiertas usan diferentes vestidos.
No vayas proclamando por ahí que eres un sabio, quienes saben no lo dicen y quiénes lo gritan son los que ignoran que ignoran. La verdadera sabiduría es humilde y no se ensalza, la sabiduría es sobre todo sencilla y no comulga con la publicidad mediática.
Sé siempre benévolo y ecuánime. Enseña a los demás lo que sabes, sin insistir en que lo que dices es cierto, deja que cada quien dude y que encuentre dentro de sí su propia verdad.
Cortesía Samai
