MIS MUERTOS
Mis muertos no descansan porque habitan en mi corazón, día a día, segundo tras segundo son el motor de mi vida.
Mis muertos no habitan tumbas ni nichos de alguna iglesia, están en su sillón de siempre. En sus abrazos y miradas de amor, En sus recetas de cocina, en sus olores terrenales que me hace sentirlos muy pegados a mis hombros y a mi corazón.
Mis muertos volaron y siguen volando como colibrí alrededor de mi persona, son mis ángeles, mis protectores. Alados que rechazan las hirientes balas del enemigo y manifestaciones negativas que puedan afectar mi corazón.
Mis muertos son mi brújula, las estrellas del cielo que me marcan las rutas y los rumbos a seguir.
Mis muertos tienen vida eterna y me llevan de la mano, me miran y me observan, acarician mi espíritu y motivan mi espíritu de lucha.
Mis muertos necesitan de mi alegría por vivir, porque con eso les doy vida, los mantengo vigentes en mi ser.
Por eso mis muertos son seres más vivos que muchos vivos terrenales y de mi depende que disfruten de esta vida que dejaron ante el llamado de nuestro Señor.
Por eso yo no le lloro a mis muertos, por eso la lagrima que escurre en mis mejillas es de felicidad, porque mis muertos no se han ido, están en mi.
Mi vida, mis emociones, mi realidad y mi trascendencia, es de ellos.
Mis muertos solo dejaron de existir para el resto de la humanidad, pero ellos viven en mí y yo vuelo junto con ellos en esta vida bella que Dios nos dio.
Hoy no visito tumbas, ni enciendo veladoras. Hoy solo revivo sus recuerdos y me abrazo con ellos en mi desayuno, y mi corazón se regocija de compartir con ellos mi primera taza de café, de este día de muertos que hoy habitan en mi.
Desconozco el autor