Disminuye el ritmo de mi vida, SEÑOR.
Calma el latir de mi corazón, aquietando MI MENTE.
Reduce mi paso apresurado con una visión de la eterna extensión del tiempo.
Dame, en medio de la continua confusión, la calma estabilidad de las montañas milenarias.
Rompe la tensión de mis nervios y de mis músculos con la serena música del canto de los arroyos, vivos en mi memoria.
Ayúdame a conocer el mágico poder restaurador del sueño.
Enséñame el arte de tomarse breves momentos de pausa, de disminuir mi ritmo para observar una flor,
para charlar con un amigo, acariciar a un perro, leer alguna líneas de un buen libro.
Recuérdame cada DÍA la fábula de la liebre y la tortuga, que pueda aprender que en la carrera no siempre gana
quien va más rápido y que en la vida se puede hacer algo mejor que aumentar la velocidad.
Haz que eleve mi mirada el enorme roble, y sepa que ha llegado a ser así porque creció lentamente y bien.
Disminuye el ritmo de MI VIDA SEÑOR, e inspírame a hundir mis raíces en el suelo de los valores duraderos
para que pueda elevarme hacia las estrellas de mi GRAN DESTINO.