Un ciego con luz
Hace ya cientos de años, en una ciudad de oriente, un hombre estaba caminando una noche por las oscuras calles de la ciudad llevando una lámpara de aceite encendida.
En aquella particular ocasión la ciudad se encontraba especialmente oscura ya que no había luna.
En un determinado momento el hombre de la lámpara se encontró con su amigo Amed.
Al principio Amed no le reconoció (estaba tan oscuro) pero, conforme se fueron acercando, pudo comprobar que el hombre de la lámpara era su amigo Guno. Guno era el único ciego de la ciudad.
Cuando estuvieron cerca Amed le dijo:
– Pero Guno, ¿qué haces llevando una lámpara
encendida si estás ciego y no te sirve para
nada?
Entonces el ciego le respondió diciendo:
– Amed, amigo, yo no llevo la lámpara para ver
mi camino. Yo conozco la oscuridad de las
calles de esta ciudad de memoria. Llevo la luz
para que otros puedan encontrar su camino cuando me vean a mí.
Recuerda siempre esto: “No sólo es importante la luz que te sirve a ti sino también la que tú usas para que otros puedan ver gracias a tu ayuda, amor,amistad, compañerismo, sonrisa, solidaridad y buen humor”.
Autor desconocido