El nacimiento del Hijo de Dios se celebra hoy.
Sí, lo sé, tú crees que la Navidad ha terminado.
El día ya pasó.
Pero el nacimiento del Hijo de Dios – y de la Hija de Dios – se celebra todos los días.
Celebremos a diario la alegría de vivir, el gozo de respirar
y de ser sensibles a las cosas que representan amor.
Amor a mí mismo, a mí misma, el amor a otros.
La belleza de poder disfrutar un bello paisaje,
de sentir el calor de la tarde y el fresco de la mañana,
el éxtasis de oler aromas sutiles y de probar sabores diferentes.
No necesitamos nada más que estar conscientes
de todo lo que tenemos en este preciso momento para celebrar la vida cada día.
Mi amado y dulce Niño Dios, Tú has venido a este mundo
con tu ternura y tu luz para reconciliarnos en el amor,
para animar a los corazones entristecidos que venían cargados de opresión y de injusticias.
El Sol que nace desde lo alto ha venido entre nosotros
en una noche bendita en el que las estrellas del firmamento
permanecieron inmóviles ante el mayor acontecimiento de la historia.
Quiero acoger en mi interior tu misterio de salvación,
contemplar tu amor, tu consuelo, tu compasión, tu ternura y tu auxilio divino.
Veniste a este mundo despojándote de toda tu realeza y de toda majestad,
para nacer en un humilde pesebre y mostrarnos a todos la grandeza de tu pobreza.
Así como has venido a mi vida a mostrarme tu inmenso amor
y lo importante que soy para Ti, también yo quiero compartir
con mis seres queridos la alegría que has traído a mi vida,
mostrarles lo importante que son ellos para mí.
Ven y dame la fuerza de tu amor. Dame un corazón limpio
y puro como el tuyo que me permita ser un anunciador fiel de tu verdad,
para que, al igual que los pastores, ir corriendo por los caminos,
alabando y glorificando tu obra de amor por todo lo que me has regalado
desde el principio de mi historia Contigo.
Amén
Que los ángeles acompañen tu camino.
